¿Cómo será el 2013?

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Muchas veces, y más en estos días, hemos oído esta pregunta. La realidad es que cada uno tiene la oportunidad de diseñarlo y trabajar para conseguir los resultados apetecidos. Para cada uno el 2013 será lo que se planifique a pesar de “la que está cayendo”. O tal vez por ello.

A veces tenemos la sensación de que cuando encontramos las respuestas nos cambian las preguntas. Gastamos tiempo y energía en solucionar problemas que, con el tiempo, se muestran inexistentes o sin importancia. Otras cuestiones aparentemente sin peso, se convierten en perentorias.

Hay tres puntos que nos pueden ayudar en el comienzo de este año.

Circulo de influencia

Podemos definir nuestra área de influencia como la zona en la cual las decisiones que tomamos influyen y tienen resultados. La amplitud de esta zona depende de nuestra posición personal y profesional. Durante el año 2012 muchas noticias, fundamentalmente económicas y políticas, han ocupado nuestro tiempo. En la mayor parte de los casos sólo han servido para incorporar nuevas palabras al vocabulario: Hombres de negro, banco malo, prima de riesgo, preferentes, y en los últimos días: Abismo fiscal. Sin duda se trata de temas que afectan a nuestra vida, pero sobre los cuales tenemos poca, o ninguna, capacidad de influir de una manera individual. Lo peor de todo esto es que nos quitan tiempo y nos causan interferencias para reflexionar sobre aquellas decisiones que afectan a nuestro círculo de influencia. Tengamos la situación externa en cuenta, no empecemos el día enfadados. Es necesario centrarse en nuestra empresa y tomar las decisiones adecuadas dentro de nuestra área de influencia. Todo ello bajo una perspectiva positiva y de ayuda. Es aquí donde somos realmente productivos. Las personas que se encuentran dentro de nuestra área tendrán ganas de hacer lo mismo. ¿Imaginas las ayudas que podrías recibir? Si ayudamos a resolver los problemas de nuestra zona de influencia, seremos parte de la solución colectiva. No podemos perder más tiempo.

Fijar objetivos

Los objetivos que nos marquemos, dentro de nuestra área de influencia, deben tener unas características conocidas: Específicos, medibles, realistas, alcanzables, y temporales. A ello hay que añadir que vayan orientados a las metas finales que nos hemos propuesto. Es vital ponerlos por escrito. Comunicarlos. Esto nos brindará la posibilidad de volver a verlos. Comprobar el grado de su cumplimiento y mantenerlos presentes. Esto es válido tanto para nosotros como para cualquier persona implicada en el logro final del objetivo. Para la mayor parte de las personas es muy útil visualizarlos con alguna imagen u objeto, y tenerlos al alcance de la vista.

Hacer

Hecho lo anterior hay que pasar a la acción, es decir hacerlo. Preparar un plan y seguirlo. Si no se toma acción todo lo anteriormente expuesto no sirve de nada. Los resultados no llegarán. ¿Cuántas veces hemos decidido ir al gimnasio para “bajar el turrón” de Navidad? Sacamos un abono para tres meses. ¿Hemos pasado de la quinta sesión? Al final de vacaciones de verano pensamos en aprender un idioma. Incluso compramos el material necesario. No seguimos el plan. Dos años después tenemos el mismo objetivo. En la empresa se prepara un plan de acción. Siempre por causas externas, y muchas veces fuera de la zona de influencia, no se sigue. Los resultados no llegan. Nuestro futuro viene determinado por nuestros actos. Seremos aquello que hagamos. ¿Cuál es la causa de que en muchas ocasiones no actuemos? La respuesta es el miedo. Entonces la pregunta es: ¿Qué harías si no tuvieras miedo? El esqueleto del trabajo de un coach de negocios es ayudar a las empresas básicamente a dar estos pasos. A recorrer este camino y valorar los resultados obtenidos. Analizar las desviaciones y encontrar las estrategias necesarias para corregirlas. Deseo a todos que el 2013 sea el inicio de los mejores años de nuestra vida.

Emilio José García

Director Área Jurídica

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