Esta diferencia la explica muy bien D. Mario Alonso Puig en el libro Madera de Líder, donde aborda los conceptos clave del liderazgo.

Realmente el poder crea un efecto muy diferente al ejerce la autoridad, porque quien ejerce el poder con fuerza suele buscar vasallos, seguidores que cumplan exactamente lo que él quiere que cumplan. Las personas que tienen autoridad quieren que surjan líderes, porque anhelan que salga lo mejor que hay en los demás, y eso ocurre cuando las personas emprenden por sí mismas el proceso que las va transformar en líderes.

«El poder nos lo da el cargo y la capacidad de castigar o premiar a las personas que nos rodean. La autoridad nos lo dan las personas.»

¿Donde está la base de la autoridad? Pues en la credibilidad, la cual se gana a pulso porque los demás siempre están poniendo a prueba la seriedad de nuestras intenciones y conductas. Para ganar la autoridad ante los demás, debemos ganarnos, de alguna manera, su valoración e incluso su admiración, no porque seamos en sí personas de distinta naturaleza que ellos, sino porque nuestras conductas expresan valores que son admirables para ellos, valores como la amistad y el compromiso, como la autenticidad y la integridad, como el coraje, la madurez, como el sentido de la justicia y la generosidad, como la humildad y la firmeza.

Para los que no conozcan a Mario Alonso Puig, es médico, especialista en Cirugía General y Digestiva. Lleva más de 20 años investigando sobre las bases de la inteligencia humana y del aprendizaje.