Sexting y adolescentes ¿qué es y qué podemos hacer?

Urge apoyar a nuestros hijos para que desarrollen una actitud más sana con su propia sexualidad y que gestionen correctamente su reputación en la red. Veamos un ejemplo reciente del que se hizo eco la agencia de noticias Europa Press el pasado 6 de abril: “La Policía Local del municipio madrileño de Algete ha desarticulado un grupo de jóvenes menores de edad que difundía fotografías pornográficas de compañeras de colegio a través de WhatsApp, ha informado este sábado a Europa Press la cabo jefe de la Unidad de Menores de la Policía Local de Algete. En concreto, algunas de las fotos difundidas habían sido realizadas de forma consentida, mientras que en otras ocasiones se habían tomado después de que las jóvenes fueran coaccionadas. La investigación comenzó a mediados de marzo, instante en el que la Policía Local tuvo constancia de la situación gracias a la coordinación con los centros escolares del municipio, ya que desarrolla las labores de agente tutor. De este modo, comenzaron las diligencias hasta encontrar a quienes realizaron dichas fotos. Esta agente ha señalado que no alcanzan a saber la propagación total de las imágenes, pero que incluso pueden estar fuera del país”. Los padres de las víctimas fueron avisados por la propia Policía Local y la mayoría desconocía la situación por la que atravesaban sus hijas. El pasado jueves otros tres jóvenes fueron detenidos en la provincia de Cádiz después de que subieran a través de la red de microblogging Twitter un vídeo en el que una menor practicaba sexo con dos chicos. Rápidamente fue compartido y distribuido en la red social por miles de usuarios bajo un hashtag (etiqueta) que rápidamente se convirtió en trending topic. Ahora mismo esto es una pesadilla para la policía, padres y educadores, por no hablar de las secuelas que tiene para los propios protagonistas, en su mayoría menores de edad. Tanto extorsionadores, como extorsionados necesitan tratamiento una vez que sale a la luz lo comprometido de sus comportamientos. Volvamos al principio: el término sexting surgió para dar nombre a los mensajes de texto “picantes” que pasaban de móvil a móvil y de la unión de sex y texting. Al final ha dado lugar a un modo de comunicación que ha arruinado carreras políticas, trae de cabeza a más de un famoso y/o ha terminado en escándalos sonados como el protagonizado por una concejala de la localidad toledana de Los Yébenes cuyo vídeo erótico –destinado en principio a un particular y “colgado” a traición en la web– sigue circulando por la red. En definitiva, hablamos de la imprudencia que se comete al enviar de forma privada imágenes, vídeos y textos de sexo explícito a través de dispositivos móviles. Una actividad que surgió como algo divertido y que ha pasado la barrera del delito y la dignidad hasta convertirse en esta pesadilla. Existen muchos motivos para que las personas se comuniquen de esta forma, pero cuando hablamos de menores conviene que el análisis sea diferente. De los numerosos estudios realizados, destacamos el del Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación (INTECO) que publicó en 2012 la “Guía sobre adolescencia y sexting”. Los resultados destacaban que un 4% de los menores de entre 10 y 16 años se habían hecho a sí mismos fotos o vídeos en una postura sexy, mientras que un 8,1% reconocía haber recibido imágenes de esta naturaleza por parte de desconocidos. Como decíamos, en el caso de menores esto no es divertido, se trata de una imprudencia que cada día más deriva en situaciones de chantaje y extorsión. Agentes, profesores y padres cada día se enfrentan con más frecuencia a estas situaciones embarazosas y delictivas. El hecho de que muchos personajes famosos hayan popularizado esta práctica y que cada vez resulte más fácil encontrar en Internet vídeos con contenido sexual explícito protagonizado por personas muy jóvenes ha dado lugar a que ellos mismos consideren como algo normal exponerse de esta forma. Y decimos exponerse porque son muchos los adultos que, haciéndose pasar por menores, trafican con estas imágenes. Y aquí vamos a hablar de prevención. Para eso, sería bueno comentar con ellos este tipo de noticias, de forma que podamos utilizar la capacidad de empatizar (ponernos en lugar de…) para hablar en familia de cómo se habrán sentido de solas las víctimas para caer una y otra vez en la extorsión sin pedir ayuda, de cómo se habrán sentido estos padres al evidenciar lo poco que conocían a sus propios hijos y cómo van convivir a partir de ese momento. Otro aspecto a tener en cuenta es debatir las consecuencias sociales, legales y para el propio desarrollo socioemocional. Poder hablar del problema al que se enfrentan quienes han difundido las imágenes sin consentimiento y quienes han usado el chantaje para mantener impune el delito. Y lo más importante, da pie a hablar de lo que podemos hacer con nuestro cuerpo en la intimidad, de cómo respetar y hacernos respetar en nuestros gustos, apetencias y satisfacción, poder expresar que una sexualidad saludable implica esta capacidad de optar, de respetar la intimidad, la privacidad y los tiempos (propios y de los demás). En suma, conversar a propósito de cómo el sexo es fuente de comunicación, de afectos, de sentimientos, de encuentros y nos conforma como seres humanos. No podemos cerrar los ojos cuando nuestros hijos nos piden a gritos información, no podemos mirar para otro lado y esperar que lo descubran solos. Del mismo modo que no les sentamos en una moto y los lanzamos a la carretera, deberíamos plantearnos que la educación sexual requiere atención, respuestas, imágenes, reflexión, más preguntas, una buena dosis de ciencia que para eso está, siempre al servicio de la razón. Existen escuelas de padres, libros, foros, blogs; existe la familia, los amigos, los hermanos, la prensa y muchas oportunidades para hablar, conversar, consensuar, compartir y responder a nuestros chicos y chicas. Hoy somos más ricos en recursos que nunca, aprovechémoslos.

Emilio García Benjamín

Director Área Legal

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